
Lo que en realidad me hizo quedarme y constatar que esto era lo que estaba buscando y por lo tanto continuar desde la primera lección del curso de 7 días, fue la luz alrededor de la Elena, quien coordinaba las actividades en México, su mirada me hizo experimentar una corriente de paz que simplemente pasaba a través de ella. Esto ocurrió en cada meditación que hacíamos después de cada una de las 7 lecciones de Raja Yoga que tomé en una semana.
La mayoría de las cosas que escuchaba cada día del curso ya las había pensado y las que no, las experiencias vividas me dieron la apertura y paciencia para considerarlas y así fueron quedando claras después, conforme pasaba el tiempo, con la escucha del murli o clases matinales que inicié al día siguiente de terminar el curso.
Considero que mi camino espiritual lo tuve claro 3 años antes de conocer a Dios en Brahma Kumaris, cuando en una meditación profunda tuve la realización que mi misión en esta vida era aclarar a las personas acerca de Dios, por eso, al tomar el curso ya tenía años estudiando diferentes corrientes sicológicas y espirituales y tenía unas semanas de haber llegado de Europa donde viví algunos años y viajado por Asia, buscando mi escuela de crecimiento espiritual y a Dios, así que tenía una percepción que me permitía distinguir lo auténtico de la charlatanería, lo hablado desde la experiencia o sólo palabras vacías, de tal manera que aunque veía ciertas actitudes contradictorias, sabía que eran propias del alma en desarrollo y no me enganchaba en ellas, sino veía el poder espiritual del alma producto del amor y la obediencia a Dios.
Esas experiencias fueron las que me hicieron estar seguro y entregarme desde el primer momento. Sabía que iniciaba una nueva vida para mi, mi camino de búsqueda había terminado y ahora iniciaba la siguiente etapa, la definitiva, en mi camino de desarrollo espiritual, había encontrado el grupo, mi familia espiritual con la que podría llevar a cabo mi tarea que había encontrado sentido con el conocimiento de Dios.
Todo fue diferente a partir de ese momento. Recuerdo un día me encontraba en una gran avenida, en medio de la ciudad de México, ciudad contaminada y ruidosa; me sentía en paz por la cosmovisión adquirida en el curso y por las vivencias derivadas de la meditación y escucha diaria del murli y clases matinales. Además ayudó que antes del curso ya era vegetariano y célibe.
También fue muy importante el papel que empecé a tener de inmediato en la sede de Brahma Kumaris, realizando todas las tareas que eran necesarias y las que Elena, la directora me solicitaba. En poco tiempo, por mi constancia, participé en todo tipo de actividades desde hacer tolis (dulces), dar el curso, diseñar publicidad y hacer trámites para conseguir lugares para el servicio espiritual.
Después de tres años de ir ininterrumpidamente al murli o clase cada mañana, y que lo mas importante de mi vida era mi identidad de ser un “Bk” ayudante de Dios para crear la “edad de oro”, mi meta siguiente era ir a Madhuban, la sede de Brahma Kumaris en India, cosa no tan fácil de conseguir pues había decidido tener un trabajo que me permitiera cierta libertad para estar disponible para el servicio y que por lo tanto no me redituaba tanto como para ahorrar para ese gran viaje. Así que me mudé a una ciudad al norte de México donde se encontraba mi madre y donde había vivido mi infancia y por lo tanto tenía ciertas amistades que me permitirían colocarme en un mejor trabajo.
La hermana Elena me enviaba los murlis (clases) cada semana por correo. Di algunas pláticas e impartí el curso de Raja Yoga a algunas amistades, de las que surgieron dos almas con quienes leía el murli algunos días por semana.
A un año de estar ahí trabajando, casi logré lo que requería para ir a Madhuban pero me fui primero a Los Angeles California por tierra, pensando que allá podría encontrar un vuelo más económico para India. Ese centro era el que me quedaba más cercano de donde vivía, a 1,150 km de distancia, a donde ya había ido en una ocasión y había tenido un maravilloso contacto con la hermana Denise de Brahma Kumaris quien conducía el centro en aquel momento.
Al darme cuenta que con el dinero que traía no me alcanzaba para ir a India, la hermana Denise me recomendó ir a Londres, ya que me dijo, “es como el segundo Madhuban pues por ahí pasan quienes van y vienen de India y además ahí vive Dadi Janki”. Así que tomé mi vuelo a Londres con el plan de estar allá unas 3 o 4 semanas.
Me dieron alojamiento en la “Pandav Bawan”, casa de los hermanos, donde llegaban todos los que pasaban por Londres en su paso rumbo a o desde India. Había una atmósfera de trabajo y participación de todo tipo, por un lado algunos hermanos mayores como Mike George escribían y participaban en programas importantes, otros estaban trabajando en la remodelación de la casa de residencia de Dadi Janki. Otros más que tenían sus trabajos, simplemente vivían ahí, iban diario al murli y participaban en lo que podían. También empezaron a llegar hermanos que tenían una u otra tarea en la etapa de instalaciones hidroeléctricas y acabados de la Casa de Cooperación Global. Así que desde mi llegada me ofrecí a ayudar a preparar el alimento y hacer pan, pues por la noche todos llegaban a cenar, los que salían a trabajar se llevaban su lunch y los que estaban de paso también comían en casa.
Empezó a ser tan importante lo que hacía ahí, que unos hermanos encargados de la casa hablaron con Dadi Janki para que ella me pidiera si me podía quedar más tiempo, al menos hasta la inauguración de la Global Cooperation House. Claro, antes los hermanos me preguntaron si estaba en condiciones de hacerlo. Así que después del murli, todavía en aquel entonces, en un gran salón que rentaban y que tenían que acondicionar y decorar cada mañana, Dadi Janki me mandó llamar y me dijo que los hermanos le habían hablado de mi gran ayuda en la casa y que les gustaría que me quedara más tiempo, mientras terminaban las obras tanto de remodelación de la casa de Dadi como el gran edificio de GCH. Al decirle
que sí, me recomendó consiguiera un trabajo de medio tiempo para mis gastos, me sonrió y me dio un drishti amoroso.El empleo lo encontré muy pronto, limpiando una casa de huéspedes por ahí cerca tres días por semana unas 5 horas cada vez. Así pasaron 6 meses de maravillosas experiencias, clases diarias con Dadi, programas públicos, retiros, convivencia con hermanos y hermanas de todas partes, fascinación por las experiencias que escuchaba de quienes regresaban de Madhuban, mucha interacción con las hermanas que coordinaban para que todo funcionara bien en la organización, que llamaban frecuentemente a Pandav Bawan para solicitar apoyo en cualquier cosa que fuera necesaria. Era maravilloso y muy motivador ver a Dadi en la obra dando drishti (mirada espiritual) y toli (dulces) a los trabajadores y siendo toda una dirigente que sabía cada cosa que estaba ocurriendo ahí. Era el año 1991.
Los últimas semanas y días fueron de mucho movimiento pues había una fecha límite para
que la obra estuviera totalmente terminada y poder hacer ahí la ceremonia del Raki. Por fin el
gran día llegó, días antes de mi partida de regreso a México.Comenzó la ceremonia del Raki; Dadi Janki, sister sudesh, sister Jayanti, sentadas en el escenario del gran auditorio del GCH para presidir tan importante evento, los bks comenzaron a hacer fila por un lado del escenario, yo observaba desde mi lugar; después de unos minutos, al ver el tiempo que se llevaba con cada persona, desde que subían hasta que bajaban por el otro lado y contando los que ya estaban formados, me di cuenta que si me formaba en ese momento, tardaría poco más de una hora en pasar, así que me fui a hacer fila.
La espera fue toda una preparación interior, observar mi vida brahmín de apenas 4 años, mis logros, aprendizajes, retos, pruebas, anhelos y sobre todo lo que había trabajado internamente a través de interactuar con bks en los últimos 6 meses de mi estancia en Londres. Experimenté una conexión muy especial con Dios de manera muy especial. La palabra clave que se me presentó fue madurez. Significaba para mi tener un papel más activo y de entrega en la familia divina a mi regreso a México y de compromiso con mi auto transformación. También me invadió un gran agradecimiento por
esos 6 meses de servicio divino.Por fin llegó mi turno, desde que subí, a pesar de la emoción me encontraba en paz y feliz. Me senté frente a Dadi quien me dio un largo y poderoso drishti que realmente me puso en un estado incorpóreo, por un momento el tiempo no existió, ni mi cuerpo, era sólo su mirada, el momento y un gran silencio y profunda paz. Literalmente me quedé en un estado alterado de conciencia y de percepción, casi en automático pasé a los demás lugares a tomar drishti y bendición y regalo de las demás hermanas, que también fueron muy poderosos, reforzando el estado que ya traía. Al bajar, ni siquiera estaba muy consciente de los objetos que me habían dado, entre ellos un gran durazno que aunque se veía apetitoso, no tenía ningún deseo de entrar en sensaciones corpóreas sensoriales, por lo que simplemente lo guardé para después y me quedé sentado en algún lugar experimentando todo lo que me estaba ocurriendo, que
me permitió ver también todo lo que estaba sucediendo en ese auditorio a nivel más sutil. La vibración era realmente elevada y espiritual. Fueron horas de estar ahí en ese embeleso espiritual, fue el mejor regalo-experiencia que había recibido como brahmín y puedo decir ahora el mejor en mis mas de 32 años como bk, incluyendo mis experiencias al ir a Madhuban que en los años siguientes ya pude ir.Ciertamente los días de nuestra infancia brahmin, que están llenos de dicha, entusiasmo, apoyo de la familia y amor espiritual son cimiento del resto de nuestra vida y del ciclo entero.
Om Shanti
Jorge V.I. bhai
México
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